martes, 1 de julio de 2014

2007: EL ADIÓS

Hay batallas que no se pueden vencer. El tiempo condena y no exonera ídolos. El ciclo de vida de Al Oerter se cerró el primero de octubre del 2007, a los 71 años, en un hospital de Fort Myers, en el estado de Florida.

"El gigante tierno, más grande que la vida", como lo recuerda su amada esposa Cathy, falleció a causa de problemas cardiácos y presión alta, problemas que sufrió desde la infancia. Aquel corazón, generador de las hazañas más resaltantes, también marcó el fin de los días del discóbolo más grande de la historia moderna de los Juegos Olímpicos. 

“Hoy el movimiento olímpico perdió a uno de sus grandes embajadores. Su legado es el de alguien que encarnó todos los atributos positivos asociados con un atleta. Actuó con distinción y transfirió esa excelencia a su defensa del movimiento olímpico y sus ideales”, señaló aquel trise día Peter Ueberroth, presidente del Comité Olímpico de Estados Unidos (USOC).


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